Hospital De La Calle Lindleya
Los inicios de este hospital se remontan al siglo XVIII, cuando se fundó “La casa de huérfanos” en la calle Krakowskie Przedmieście. El centro ofrecía asistencia sanitaria y servía de refugio para mujeres pobres embarazadas, ancianos y discapacitados. Los actuales edificios del hospital datan del año 1901. Durante la ocupación alemana, en el hospital se refugiaban los soldados del Estado clandestino polaco y allí también se organizaba la ayuda para la población judía.
Decálogo, dos
El hospital es el escenario principal de la historia en este episodio. Aquí se cruzan los destinos de los tres protagonistas: el enfermo Andrzej (Olgierd Łukaszewicz), su mujer Dorota (Krystyna Janda), y un viejo jefe de unidad del hospital (Aleksander Bardini). El crítico estado de salud del alpinista se refleja en el aspecto lamentable del interior del hospital, con las paredes llenas de goteras y la pintura levantada. Así solían ser los hospitales polacos en los tiempos cuando se rodó la serie. Kieślowski lo había mostrado antes en su cortometraje documental titulado El hospital (Szpital, 1977) que muestra 36 horas de guardia médica en la sección ortopédica de un hospital. En ambas películas el estado catastrófico de la infraestructura sanitaria contrasta con el compromiso de los médicos, capaces de obrar milagros a pesar de las condiciones existentes. Una de las escenas más memorables del Decálogo, dos muestra a una abeja que se está ahogando en un vaso de zumo de frutas, y después empieza a trepar por el cristal del vaso para salvarse. Andrzej la observa, mientras lucha por su vida tumbado en la cama del hospital. La sanación casi milagrosa del hombre es contada metafóricamente a través de esa escena aparentemente banal. La idea de la escena con la abeja proviene del coguionista del ciclo, Krzysztof Piesiewicz, quien en su infancia solía observar a los insectos en su lucha por sobrevivir, cuando se ahogaban en el vaso de zumo que su madre dejaba en la mesita de noche cuando su hijo estaba enfermo.
Mikołaj Jazdon
II. Mandamiento:
No tomarás el nombre de Dios en vano.
”Entre la vida y la muerte”
Kieślowski muestra –con mucha certeza- la interpretación, según la catequesis, del enigma que encierra el segundo mandamiento. Moisés quería conocer el secreto del nombre de Dios cuando Dios lo llamó al pie del monte Sinaí . Y aunque “se quitó las sandalias” en un gesto de respeto hacia el Fuego Divino del Arbusto y, a pesar de sus dudas, sí confió a la Providencia para su misión inimaginable, tampoco pudo conocer el misterio de su muerte en el desierto de la vida, que embarazaba su camino hacia la felicidad. Y Kieślowski toca este punto, el más sensible del Mandamiento, sobre no evocar al Nombre.
Una mujer, enloquecida por tener que elegir entre la lealtad a su Marido enfermo terminal, y el sentimiento hacia otro hombre, de quien está embarazada, fuerza al hospital para que dicte la sentencia. El viejo médico jefe de la unidad, que conoce el peso de perder a sus seres queridos, y asimismo, de perder la felicidad de la vida con ellos, cae en la tentación y, como en el Decálogo, uno, hace cálculos y se inclina hacia un diagnóstico negativo. Pero las sentencias de Dios, como su Nombre, deben permanecer como Misterio.
El nombre ha sido evocado, pero ¿”en vano”? La vida inesperadamente triunfa, aunque no gracias a una sentencia forzada. Ésta va en contra del segundo Mandamiento, y resulta también falsa. Pero gracias a ella, y al mismo tiempo, gracias al misterio de la sanación, ”vamos a tener un niño”. ¿Es esto lo más seguro? ¿No hay demasiados peligros que amenacen a los protagonistas? Entran aquí los dilemas que se derivan de otros mandamientos: VI y IX – sobre la infidelidad, VIII – sobre el falso testimonio...
