Trasa W-Z (Ruta Este-Oeste)

La ruta Este-Oeste, de casi 7 kilómetros de longitud, une las dos orillas del Vístula. Construida entre 1947 y 1949, fue la primera gran inversión en una infraestructura de transporte en Varsovia después de la Segunda Guerra Mundial.

 

Decálogo, tres
En una de las escenas más dramáticas y enigmáticas de esta película, los dos protagonistas, Ewa y Janusz (Maria Pakulnis y Daniel Olbrychski), viajan en coche a toda velocidad por la ruta varsoviana Este-Oeste (Trasa W-Z), atraviesan un túnel bajo la calle Krakowskie Przedmieście y van directos hacia un tranvía que viene en dirección opuesta. El conductor del tranvía es un joven misterioso que aparece en la mayoría de los episodios de la serie. Se suele decir que este testigo silencioso (interpretado por Artur Barciś) es un ángel.

La autovía que une el Este con el Oeste de la ciudad representa el camino que recorren a través del Mundo los protagonistas del Decálogo, tres, retando al destino. El Fiat 125 blanco, recorriendo las calles de Varsovia a gran velocidad, traerá a la mente de cualquier admirador de la obra de Krzysztof Kieślowski su cortometraje documental La carrera (Przed rajdem, 1971). En él se cuenta la historia de un conductor de carreras que está preparando un Fiat idéntico a éste para la carrera de Monte Carlo. El mismo director era conocido por su pasión automovilística y el motivo de una carrera en la carretera aparece ya en su primera película de ficción, el cortometraje El concierto de deseos (Koncert życzeń, 1968). La figura de un taxista bueno (parecido a Janusz de algún modo) lo encontraremos en el documental Las cabezas parlantes (Gadające głowy, 1980). A su vez, su opuesto es el taxista malvado del Decálogo, cinco y de No matarás. Tal vez valga la pena comentar aquí un episodio de la vida del director. Deprimido por la introducción de la Ley Marcial en Polonia en diciembre de 1981, Kieślowski consideró durante un tiempo la idea de abandonar la profesión de cineasta y trabajar como taxista en Varsovia.
 

Decálogo, cinco
Jacek Łazar (Mirosław Baka), el protagonista de este episodio, se encuentra en un viaducto, cerca de la Plaza del Castillo, mirando desde arriba hacia la autovía de la ruta Este-Oeste de Varsovia. Por esta misma carretera, en la víspera de Navidad, circulaba en su coche Janusz (Daniel Olbrychski), personaje del Decálogo, tres. El destino de los protagonistas de la serie se cruza a menudo en episodios diferentes. En otra escena del Decálogo, cinco, Dorota y Andrzej (Krystyna Janda y Olgierd Łukaszewicz), los que fueron protagonistas del Decálogo, dos, están esperando a que un taxista acabe de limpiar su coche, para utilizar sus servicios. La escena del viaducto presagia futuros sucesos trágicos, a través de otro incidente sombrío. Jacek fija su mirada en unas piedras colocadas sobre la balaustrada. Coge una y la arroja, apuntando a un coche que se aproxima. Se escucha el estrépito de los vidrios al romperse. La piedra y el coche se convertirán en las señales materiales más reveladoras del crimen que Łazar cometerá más adelante en la película. La escena de un accidente provocado de forma similar abre la película Silencio (Cisza, 2001), dirigida por Michał Rosa, escrita por Krzysztof Piesiewicz, coguionista del Decálogo. La versión del Decálogo, cinco para cine, (No matarás/ Krótki film o zabijaniu), se rodó y fue presentada al público como la primera entrega del ciclo compuesto de diez episodios televisivos de 60 minutos y dos largometrajes para cine. Kieślowski rodó esas doce películas en tan solo dos años. En aquel tiempo su jornada laboral empezaba a las 5 de la mañana y terminaba alrededor de la 1 de la madrugada.

Mikołaj Jazdon


 
III mandamiento:
Santificarás las fiestas.

Fiestas en el purgatorio”

El III Mandamiento habla sobre las fiestas, es decir, ese tiempo sagrado dedicado a los asuntos especiales, divinos, y también a la memoria viva de esos asuntos (La Pascua, La Navidad). Kieślowski vuelve a acertar: los protagonistas perdidos del Decálogo, tres intentan avivar algo especial: el Marido - la vida familiar; su Amante - intimidad y cariño hacia él. Algo de esto consiguen por un momento. Por eso, ese momento es especial, es una fiesta. Pero esos momentos sagrados, a veces terribles, se excluyen, se anulan recíprocamente. La vida cotidiana tampoco puede reconciliarlos.

Porque, ¿qué nos resulta más creíble, el momento en el que el Marido dice a la Amante  “nos vemos” o cuando, un momento después, asegura a su Esposa que ha acabado con el romance?

¿Permitirá la pasión tóxica de la Amante que se cumplan sus palabras y que “ahora ya todo será normal”? Con qué facilidad el Marido abandona las frágiles fiestas familiares para seguir a su Anti-Eurídice, que le arrastra por los sucesivos círculos del infierno de la tristeza nocturna de la ciudad, pasando por un centro de desintoxicación para alcohólicos, lleno de borrachos desnudos con convulsiones, hasta descender al sótano de una morgue. Cerca, un niño enloquecido, en pijama, huye de su residencia, o de su prisión, hacia un árbol de navidad con luces centelleantes, como una pequeña cerillera corriendo hacia un abismo. En esta peregrinación por el purgatorio, pasan por diferentes ”puntos de peaje”, y en el túnel de la ruta W-Z, la muerte les mira cara a cara (en el choque frontal con el conductor de tranvía, el Ángel de la Muerte). Frente a estas pasiones nocturnas de los protagonistas, las fiestas tradicionales resultan muy débiles, cantar villancicos y el borracho llevando un árbol de Navidad.  ¿Dónde está la experiencia especial del sacrum? Al final, el Marido, como un Odiseo, vuelve al enfriado hogar familiar.
 

V mandamiento:
No matarás.

”La Ley, solo la Ley…”

Este Mandamiento trata sobre el problema moral más terrible y más sencillo del Decálogo. Un Abogado joven, alter ego del Director, se está preguntando: ¿es el castigo una venganza? y los que castigan, ¿son inocentes? ¿tienen derecho a castigar? ¿cómo, entonces,  debe sancionarse el incumplimiento de la ley? ¿Y el de la Ley Divina? El Abogado se considera un defensor ante la Ley en el nombre del Bien. Las imágenes lentas muestran que el Mal acecha por todas partes, en cada rincón. En las horas antes del crimen, tanto el asesino, como la futura víctima, cometen maldades, aunque sean pequeñas. Ambos actúan de parte del Mal. Sobre la víctima, el taxista, el mal pesa como un fatum: dos veces se niega a llevar pasajeros en su taxi hasta que, finalmente, se lo ofrece a Jacek, quien está preparando un atraco. La Ley actúa en paralelo al Mal sin que, al parecer, entren en contacto. Sus señales primero son pequeñas: un policía se muestra indiferente ante ultrajes en la calle, pero el experimentado juez del tribunal superior ya confiesa: ”Esta sentencia (de muerte) pesa sobre mí”. ¿Qué quiere decir ”pesa sobre mí”, si el juez ejecuta la justicia? La ley matará en el nombre de la Ley que dice ”No matarás”. El verdugo viene al trabajo tranquilamente. Seguramente no lo hace a menudo. Pero ¿incumple el Mandamiento de la Ley al llevar a cabo la ejecución? El verdugo parece disfrutar de la mayor inmunidad. Un hombre educado, será amable con el reo. Comprueba que la maquinaria de la horca funciona adecuadamente. Los detalles técnicos están bien planificados. El asesino también actuó con premeditación. No conocemos sus motivos, ni tampoco la justificación de la sentencia de muerte. Lo que sí resulta explícito es el paralelismo, previsto en el guión, de los dos asesinatos mostrados con todo detalle. A la ley ”ojo por ojo”, Kieślowski añade el Mensaje:  ”el que esté libre de pecado, que tire la primera…”

Michał Klinger
Dekalog III

Dekalog, trzy

Dekalog, trzy

Dekalog, pięć