Estación de trenes de Józefów
Una estación de trenes en las afueras de Varsovia, situada en la línea de Otwock. La característica marquesina con forma de alas y la sala de espera se construyeron entre 1936 y 1938, durante la electrificación de la línea férrea.
Decálogo, siete
La escena final de este conmovedor drama transcurre en una estación de tren. Maja (Maja Berełkowska), una joven madre, privada del cariño y de la confianza por sus padres, y, sobre todo, despojada de la maternidad por ellos, se sube al tren en marcha, dejando en el andén a su hija, que le han vuelto a quitar.
Esta escena trae inmediatamente a la memoria otra, de El azar, también de Kieślowski. En aquella película, el protagonista, Witek Długosz, corría tras un tren en marcha, del resultado de su carrera dependía su destino, contado en la pantalla mediante tres variantes diferentes. El papel de Witek lo interpretaba Boguslaw Linda, actor que en el Decálogo, siete encarna a Wojtek, el padre de Ania, la niña que les quitaron a Maja y a él. ¿Pero, tal vez, fue él quien permitió que le quitaran a su hija? Su ausencia en la estación en el momento decisivo para el futuro de la niña habla por sí misma… En el diario escrito durante el rodaje de La doble vida de Veronica, la siguiente película después del Decálogo, Kieślowski anotó que odiaba rodar en las estaciones y en los trenes, y al mismo tiempo, escribía en sus guiones escenas que transcurrían en esas localizaciones. En una entrevista también admitió que no le gustaba este episodio del Decálogo.
Mikołaj Jazdon
”Sara y Hagar”
Cuando Sara, la esposa del padre de nuestra Fe, Abraham, no podía tener hijos, su esclava, Hagar, fue designada para dar a luz a sus descendientes. El marido era el padre biológico y la esposa, la madre legal. Así eran las costumbres bíblicas, las mujeres, entre ellas las esposas del patriarca Jacob solucionaban los problemas de reproductividad de esta misma manera. En realidad, las sentencias legales romanas decían algo similar: pater semper incertus (el padre siempre incierto) y : mater semper certa (sobre la certeza de la madre biológica). Aunque aquí los roles legal y biológico de los padres quedan invertidos.
Las sentencias romanas postulan (aunque sin mucho entusiasmo) la superioridad de la función real de la paternidad sobre la ”propiedad” biológica, que está vinculada a la madre, aunque las nodrizas biológicas (siervas) conservan su necesaria función y reciben protección. De esta forma, el acento queda puesto sobre el papel social y no sobre la biología. Así es en el caso de otra regla bíblica, la ley del levirato: el hermano del marido fallecido, si éste no había dejado descendientes, debía engendrar un hijo con la viuda para conservar el linaje del que ya está muerto; el Padre (no biológico) sería el fallecido.
Hoy, junto con el desarrollo de las posibilidades pronatales en medicina y los modelos de adopción en nuestras sociedades, debemos recordar estos ejemplos de la Biblia, que siguen siendo actuales a día de hoy. El meollo del conflicto entre Sara y Hagar no era el conflicto entre la biología y la institución (la maternidad), sino los celos por la posición en la familia y en la sociedad, y también la cuestión de la herencia. Dios, por el bien de los niños, conserva ambas leyes. Y nos envía a Kieślowski con la pregunta: ¿es el niño una propiedad?