Vístula
La orilla oeste del Vístula, que observamos en el Decálogo, cuatro, desde la perspectiva de Anka, sentada en la orilla derecha del río, aparece en gran parte cubierta de hormigón. En cambio la orilla este conserva hasta hoy un aspecto bastante natural.
Decálogo, cuatro
A la orilla del Vístula Anna (Adrianna Biedrzyńska) saca un sobre con la inscripción: ”abrir después de mi muerte”. El único testigo de su acción secreta es un hombre misterioso (Artur Barciś) que navega por el río en una canoa.
En dicha escena el testigo mudo (presente también en otros episodios) recuerda a Caronte de la mitología griega, que portaba las almas de los difuntos por la laguna Estigia. Como recordadando que Anka tendría derecho a abrir el misterioso sobre solo cuando se produjera la muerte de su padre, y que infringir esta prohibición significa rebelarse contra la voluntad de Michał (Janusz Gajos) aún vivo y de este modo traspasar la frontera de lo prohibido. Sabemos que en la película la chica, finalmente, no abre el segundo sobre, preservando el secreto de su origen, tal vez un secreto difícil. La escena de provocación que interpreta ante su padre (admitiendo que había leído la carta), resulta verosímil también porque Anka es actriz.
Es posible que la idea de falsificar la carta se le ocurriera durante el ensayo en la Escuela de Arte Dramático, cuando su profesor, Adam Hanuszkiewicz (un reconocido actor y director teatral polaco) le susurra al oído las últimas palabras del poema de Adam Mickiewicz titulado Dobranoc (Buenas noches). Tal vez eso le recordara a su padre cantándole canciones de cuna cuando era pequeña. En una de las primeras versiones del guión el papel del profesor lo interpretaba otro actor polaco de renombre, Tadeusz Łomnicki, y los estudiantes en vez del poema del gran poeta nacional de Polonia ensayaban un fragmento de Romeo y Julieta, de Shakespeare.
Mikołaj Jazdon
IV mandamiento:
Honra a tu padre y a tu madre.
”El padre siempre incierto”?
Kieślowski reflexiona aquí sobre el misterio de la paternidad. La película demuestra que, si lo consideramos en términos biológicos, el problema llamado por los romanos pater semper incertu (”el padre siempre incierto”) puede acarrear una confusión emocional y mucho dolor. El Decálogo, siete advierte, de acuerdo con la Biblia, del peligro que conlleva esa visión biológica de la maternidad. La Sagrada Escritura comprende la responsabilidad del padre y de la madre en el sentido moral, no biológico: es la responsabilidad de asegurar la felicidad y el desarrollo de los hijos.
Y los hijos, ¿qué deben a los padres? En el original hebreo del cuarto mandamiento la ”honra” significa la actitud hacia lo más importante, misterioso, también hacia el Dios, significa también la ”gloria de Dios”. Esta honra y gloria, el misterio intocable, según el mandamiento, se lo debemos a los padres. En la película la Hija está a punto de violar este misterio: en realidad dos misterios, el de la Madre y el del Padre. Éste último respetó el secreto de su esposa. El Ángel vigila con preocupación los misterios, atravesando el río en un bote, como si viniera de otro mundo para salvar a la Hija e impedir que viole el tabú. Su extraño bote blanco corta, como una espada divina, el plano fílmico y al mismo tiempo a nuestra propia confusión.
En este contexto de la veneración de los padres por los hijos surge el tiempo ”edípico”, sagrado e intocable. El hijo quiere casarse con su mamá y la hijita con su padre. En la película la Hija a es mayor, pero vemos que madura emocionalmente solo cuando se da cuenta de que podría perder al padre si lo tratara como hombre. En las últimas escenas las relaciones entre la hija y el padre se van reconstruyendo; ambos cierran, con respeto, los misterios inviolables.